¿Alguna vez has sentido un nudo en el estómago un domingo por la tarde solo de pensar en ir a trabajar?

Tal vez no sea un nudo, sino esa sensación de que el fin de semana no te ha alcanzado para recuperar el aliento. O quizás te despiertas antes de lo previsto, con la mente ya corriendo a toda velocidad, repasando tareas, pendientes, correos que aún no has respondido.

A veces, la ansiedad laboral se manifiesta como una presión en el pecho cuando ves una notificación de tu jefe, o como un agotamiento constante, incluso cuando no ha sido un día especialmente duro. Puede que estés contando los días para el viernes, pero cada domingo por la tarde aparece esa inquietud familiar. O te descubres fantaseando con renunciar, con desaparecer unos días… y a la vez sintiéndote culpable solo de pensarlo.

Si te has sentido así, no estás solo/a. Lo que estás experimentando puede ser ansiedad laboral. Y es más común de lo que imaginamos.

¿Qué es la ansiedad laboral?

La ansiedad laboral no es simplemente “estrés por el trabajo”. Es una respuesta emocional y física ante situaciones laborales que percibimos como amenazantes, exigentes o desbordantes. Puede ir desde una incomodidad leve hasta síntomas más intensos que afectan nuestro bienestar, relaciones y desempeño.

Desde una perspectiva integradora, la ansiedad laboral no se explica solo por el entorno laboral o la carga de trabajo. También influyen nuestras creencias, experiencias pasadas, estilo de vida, forma de relacionarnos con el trabajo… e incluso nuestra historia personal. Por eso, entenderla y abordarla implica mirar el cuadro completo.

Posibles causas de la ansiedad laboral

La ansiedad laboral no suele tener una única causa. A menudo es el resultado de una combinación de factores que se van acumulando con el tiempo, hasta que el cuerpo y la mente empiezan a decir “basta”.

Algunas de las causas más comunes que veo en consulta son:

🚩 Exceso de tareas o carga mental constante. No solo hablamos de lo que haces, sino también de lo que piensas que “tendrías que estar haciendo”. Esa sensación de que nunca es suficiente, de que siempre vas corriendo detrás de algo.

🚩 Ambientes laborales poco saludables. Entornos competitivos, jefaturas autoritarias, conflictos con compañeros, falta de comunicación o reconocimiento. Todo eso puede generar un estado de alerta constante.

🚩 Inseguridad laboral o miedo al error. Vivir con la sensación de que tu puesto está en juego, que cualquier fallo puede tener consecuencias graves, o sentir que estás siendo evaluado/a todo el tiempo, genera una tensión difícil de sostener.

🚩 Falta de límites entre lo personal y lo profesional. El “estoy disponible para lo que necesites” que se convierte en responder mensajes fuera de horario, pensar en el trabajo incluso en vacaciones, o no poder desconectar ni un rato.

🚩 Exigencia interna elevada. A veces no es el entorno el que exige… somos nosotros mismos. Cuando sentimos que debemos demostrar constantemente nuestro valor, rendir al 100%, no fallar nunca, ser impecables… estamos generando una presión muy difícil de sostener.

🚩 Dificultades personales no resueltas. Problemas en casa, duelos, ansiedad generalizada, inseguridad personal… todo eso también influye. A veces el trabajo se convierte en el lugar donde todo explota, pero la raíz puede estar en otro lado.

Por eso, la ansiedad laboral no se trata solo de cambiar de trabajo, sino de revisar cómo nos estamos relacionando con lo que hacemos, con los demás… y con nosotros mismos.

Señales de alarma a tener en cuenta

La ansiedad laboral no siempre aparece de forma brusca. A menudo se cuela en lo cotidiano, casi en silencio. Al principio pueden parecer detalles sin importancia, pero poco a poco van afectando tu estado de ánimo, tu cuerpo y tu forma de estar en el trabajo… y fuera de él.

Algunas de las señales más comunes incluyen:

🌀 Cansancio constante, incluso al empezar el día. No importa cuánto duermas, sientes que ya te levantas sin energía, como si no lograras recuperarte del todo.

😴 Problemas para dormir o descansar. Puede que te cueste conciliar el sueño, que te despiertes a mitad de la noche con la mente llena de pendientes, o que simplemente no descanses bien aunque hayas dormido varias horas.

💭 Dificultad para concentrarte o tomar decisiones. Tareas que antes hacías con facilidad ahora te cuestan más. Te distraes, te bloqueas o dudas constantemente de ti mismo/a.

💢 Irritabilidad o cambios de humor. Te notas más sensible, todo te molesta más de lo habitual, o saltas ante cosas pequeñas. También puede haber una sensación de apatía o desconexión emocional.

😓 Sensación de estar desbordado/a o “en piloto automático”. Haces las cosas porque tienes que hacerlas, pero sin presencia real. A veces sientes que estás tirando del día con lo justo.

📉 Pérdida de motivación. El trabajo deja de tener sentido, te cuesta ilusionarte con proyectos o incluso levantarte para empezar el día. Lo que antes te gustaba, ahora simplemente te pesa.

🧍‍♂️ Tendencia a evitar ciertas situaciones. Pospones tareas, te cuesta abrir correos, evitas reuniones o conversaciones que sabes que te generan ansiedad.

😖 Molestias físicas recurrentes. Dolores de cabeza, contracturas, tensión en la mandíbula, problemas digestivos… El cuerpo muchas veces habla antes que la mente.

Todas estas señales son importantes. No indican debilidad, sino que tu cuerpo y tu mente están tratando de adaptarse a una carga que quizá ya no puedes sostener solo/a.

Prestar atención a estas señales es una forma de autocuidado. Cuanto antes las reconozcas, antes puedes intervenir, buscar apoyo y evitar que el malestar crezca.

Y tú, ¿Cómo estás viviendo tu trabajo últimamente?

Si algo de lo que has leído aquí resuena contigo, y te gustaría explorar cómo gestionar lo que estás sintiendo, puedes contactarme sin compromiso. 👉 Pide aquí tu primera sesión (presencial u online).

🧭 A veces, el primer paso no es tener todas las respuestas, sino darte el permiso para empezar a hablar de lo que te está pasando.

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